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Anatomía de Twitter
Columna
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Un país para tuitearlo todo

En Colombia Twitter no es solo el salón en el que transcurre una charla entre muchos interlocutores, sino también el amplificador de anuncios apresurados, pretextos, desahogos, disculpas y rectificaciones

Twitter
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, saluda a una de las enfermeras que cuida a los niños hallados con vida en la selva, el domingo en Bogotá.AP
Francesco Manetto

Las conversaciones sin filtros pueden acabar, si hay suerte, en una declaración de amor eterno, pero la mayoría de las veces terminan en una discusión inagotable. Cuando hay más de dos interlocutores, las probabilidades de cortocircuito aumentan. Y háganse una idea ahora del panorama si quienes hablan son actores políticos de primer orden y esa conversación es un país entero. Algo parecido ocurre en Colombia, donde Twitter no es solo el salón en el que transcurre esa charla, sino también el amplificador de anuncios apresurados, pretextos, desahogos, disculpas y rectificaciones. El presidente Gustavo Petro ha hecho de ese estilo una marca de la casa mientras la realidad se encarga de hilar guiones que superan todos los tópicos sobre realismo mágico.

Una buena noticia. Tomemos los últimos 40 días como muestra. Ese ciclo se cerró el pasado viernes con lo que casi todo el mundo, empezando por las Fuerzas Militares, calificó de “milagro”. No fueron 40 días y 40 noches en el desierto del relato bíblico sino 40 días en la Amazonia. Después de una búsqueda frenética, cuatro niños indígenas perdidos en las profundidades de la selva tropical tras estrellarse la avioneta en la que viajaban fueron hallados con vida. La noticia llegó a los medios de comunicación en un primer momento de la mano de fuentes del Ejército y muchos no dieron crédito. El 17 mayo Petro había anunciado el hallazgo de los niños a través de un tuit, un trino como dicen en Colombia, generando una enorme expectación sobre esa extraordinaria historia de supervivencia. “Una alegría para el país”, escribió. No era cierto y tuvo que borrar el mensaje poco después, escudándose en que había recibido información sin confirmar. El viernes volvió a utilizar las mismas palabras, “¡una alegría para todo el país!”. Y esta vez sí, la felicidad estaba más que justificada. Lesly, Soleiny, Cristin y Tien ya estaban con los equipos de rescate.

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Una crisis política. El hallazgo de los cuatro niños, entre los que había una bebé de un año, acaparó todos los focos de atención en medio de una crisis política que fue exhibida con lujo de detalles en las redes sociales por algunos de sus protagonistas. Petro despidió a principios de junio a dos cargos de máxima confianza: su jefa de Gabinete, Laura Sarabia, y el embajador en Venezuela, Armando Benedetti, quien hace un año fue la llave de la campaña presidencial. El hecho en sí puede parecer una decisión legítima de un mandatario, pero tras la destitución fulminante hay una historia de escuchas ilegales, un maletín con miles de dólares en efectivo, un supuesto robo, una prueba de polígrafo, un juego de poder y una retahíla de ataques de un veterano político contra su exsecretaria.

Benedetti se escucha fuera de sí en una serie de audios filtrados en los que amenaza con tirar de la manta e insinúa, sin pruebas, maniobras turbias en la financiación de la campaña electoral de hace un año. Poco después, mientras la sucesión de los hechos se convertía en ruido, chisme y comidilla de los colombianos en Twitter y mientras todos los implicados se pronunciaban una vez más sin muchos filtros, el exembajador optó por dar un paso atrás confesando que se sintió agraviado por el cargo que le había sido asignado por el presidente y “en un acto de debilidad y tristeza”, sucumbió a “la rabia y el trago”. Todo, sin embargo, trascendió la categoría de conflicto personal porque la crisis derivó en el bloqueo legislativo de las principales reformas sociales del Ejecutivo.

Una conclusión. Petro trató de remontar esta crisis la semana pasada capitalizando una movilización sindical en la que dejó claro que se siente más cómodo gobernando en la calle antes que en las instituciones. Y el sábado su visita a los niños rescatados, en la que hizo del rescate en la selva un mensaje de paz y concordia social, demostró que quizá su hábitat favorito es el de la comunicación sin intermediarios a través de las redes.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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