En una rueda de prensa, la candidata de Morena a la alcaldía de Celaya, Gisela Gaytán, anunció que a través del jurídico de su partido había solicitado “protocolos de seguridad” que la protegieran durante su campaña.

A esa hora, sin embargo, se había determinado que tres sicarios la esperaran en la comunidad de San Miguel Octopan para asesinarla.

La candidata de Morena había acudido al Mercado Morelos para escuchar las demandas de locatarios. En la rueda de prensa afirmó que al lugar habían llegado elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana para cuidarla, y que también la cuidaba la ciudadanía.

Apenas el 9 de marzo, en ese mismo mercado, mientras Gisela acompañaba a la candidata de Morena a la gubernatura, Alma Alcaraz, militantes del partido protestaron contra su candidatura y la acusaron de pertenecer “al PRIAN”, y de haber sido impuesta por el candidato al senado Ricardo Sheffield:

“Sheffield no te pases de rosca en Celaya”, “No a la imposición de Gisela”, se leía en las cartulinas.

Aquella vez, Gerardo Fernández Noroña, enlace de Claudia Sheinbaum con organizaciones sociales, intentó calmar los ánimos de los inconformes. Le gritaron que Gaytán estaba a diez puntos de otro de los precandidatos: Gerardo Sierra, y más tarde, en un mitin en el Parque Ximhai, un segundo grupo de morenistas la abucheó: “¡No nos representa!”.

Fue en ese mercado donde la candidata hizo el penúltimo recorrido de su vida. En sus redes, Gaytán definió el encuentro con comerciantes como “lleno de apoyo y cariño”.

En su agenda estaba marcado un mitin a las 17:00 horas de ayer en el jardín principal de San Miguel Octopan, una pequeña comunidad de 12 mil habitantes, ubicada a solo 20 minutos de Celaya.

En San Miguel Octopan fue detenida, en enero de 2020, Karina “N”, la esposa de José Antonio Yépez, El Marro, líder del Cártel de Santa Rosa de Lima. Reportes de seguridad definen ese lugar como “Zona Marro”.

La mujer del líder criminal había ido a esconderse a una casa de seguridad situada en aquel lugar. La acompañaban tres miembros del equipo de seguridad de El Marro.

Cuando una fuerza federal compuesta por 300 hombres inició el operativo para su detención, decenas de pobladores salieron a la calle —incluidos niños y mujeres— a fin de impedir que el cateo correspondiente se llevara a cabo.

Poco antes había caído en el lugar una célula de colombianos que mantenía en una casa de seguridad a varias personas privadas de la libertad que, según las autoridades, eran sometidas a trabajo forzado.

Ahí mataron hace un año a la madre buscadora Teresa Magueyal, miembro de un colectivo de 70 familias, quien buscaba a un hijo desaparecido desde abril de 2020.

Las sospechas recayeron en el grupo que controla la zona: el Cártel de Santa Rosa, a quien incomodaban los hallazgos del colectivo “Una promesa por cumplir”.

Durante los últimos años, San Miguel Octopan es sede de las venganzas del Cártel Jalisco Nuevo Generación, cuyos comandos entran de noche a la comunidad en busca de enemigos. La ejecución de uno de estos fue videograbada en diciembre de 2021, la noche en que un grupo de sicarios irrumpió en una casa buscando al autor de un video en el que supuestamente se había ofendido a Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, líder de esa organización.

“¡Esto es por ofender a mi papá Mencho, hijo de tu…!”, se escuchaba en la grabación antes de que un hombre en paños menores fuera acribillado.

San Miguel registra el horror que la guerra entre estos grupos ha dejado en la geografía celayense: los medios rebosan de noticias sobre enfrentamientos, persecuciones, emboscadas a policías, ataques en viviendas, aparición de cuerpos tirados en las carreteras. Hallazgo de cadáveres torturados y mutilados en brechas y baldíos.

Hacia las seis de la tarde, la candidata de Morena caminaba por una calle de San Miguel, la acompañaba un grupo de personas que agitaban banderas y gritaban: “¡Morena! ¡Morena!”.

Las primeras informaciones señalan que dos hombres en moto y uno más pie tierra comenzaron a seguirla. Hasta donde se sabe, no había hasta entonces ningún oficio que solicitara al municipio, como se había acordado desde marzo pasado, la protección de la candidata.

El único escudo con que Gaytán contaba en ese momento era el que le brindaba una mujer armada, que iba en calidad de escolta –y que resultó lesionada durante el ataque.

Sonaron primero tres disparos. Y un segundo más tarde, otros tres. Comenzaron los gritos. Rugieron las motos. La gente se agazapó o echó a correr.

Las elecciones bañaron de sangre otro pueblo de México.

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