Primer aniversario

Acuerdos de Abraham: un año de complicidades entre Israel y sus nuevos socios árabes

Los pactos de normalización con el Estado hebreo de Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Sudán han transformado las dinámicas del mundo árabe

Pese a su tibio entusiasmo inicial, Biden ha prometido ampliar la influencia de Israel a través de acuerdos con otros países, con la vista puesta en Arabia Saudí

Binyamín Netanyahu y Donald Trump, durante la presentación del plan de paz para Oriente Próximo.

Binyamín Netanyahu y Donald Trump, durante la presentación del plan de paz para Oriente Próximo. / MICHAEL REYNOLDS

Andrea López-Tomàs

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Las sonrisas desbordan sus rostros. Cuatro políticos ataviados con corbatas del color de sus banderas muestran a un público eufórico un documento para la historia. Hace un año, en la Casa Blanca, el entonces primer ministro de Israel, Binyamín Netanyahu, celebraba junto a los ministros de Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Abdalá bin Zayed al Nahyan, y de Bahréin, Abdalá bin Rashid Al Zayani, la firma de los Acuerdos de Abraham. A su lado, un Donald Trump pletórico se apuntaba uno de los grandes éxitos en política exterior de su presidencia. 

Poco después, a los países del Golfo se les unieron Marruecos y Sudán. Por primera vez en 26 años, desde el acuerdo de paz con Jordania en 1994, un Estado árabe normalizaba relaciones con Israel. Tras un año, el balance es positivo. "Gracias a los acuerdos, estamos viendo la transformación de Oriente Próximo ante nuestros ojos", celebró Jared Kushner, asesor de Trump y promotor de los pactos. Más relaciones comerciales, de seguridad y militares complementan los nuevos flujos de turismo en la región y las enormes inversiones que se están llevando a cabo, sobretodo en el Golfo. 

No solo los países de la región están disfrutando de los beneficios de nuevos lazos diplomáticos. También Estados Unidos, como artífice de los acuerdos, ha conseguido ganancias económicas con las ventas de aviones de combate F-35 a los Emiratos. Su gran logro, no obstante, ha sido la ampliación de un frente común contra Irán. Pero el cambio de Administración ha conllevado un cambio de perspectiva respecto a los acuerdos. Joe Biden aún no ha designado un enviado específico para liderar el tema, como sí hizo Trump con Kushner. 

¿Acuerdos de Trump?

Esta ausencia puede acabar convirtiendo los acuerdos en una iniciativa partidista asociada con el partido republicano. Muchos demócratas se refieren a los pactos como los "acuerdos de normalización", intentando evitar el uso del término Abraham para distanciarse de la administración previa. La falta de entusiasmo de Biden se relaciona con el acercamiento hacia los palestinos, olvidados y castigados durante la era Trump, y un desplazamiento del interés en Oriente Próximo en política exterior. 

"Continuaremos instando a más países a normalizar las relaciones con Israel y buscaremos otras oportunidades para ampliar la cooperación; espero que el grupo de amigos de Israel crezca aún más en el próximo año", declaró el secretario de Estado, Anthony Blinken, en abril. Aunque Biden no parece dispuesto a dinamitarlo todo para convencer a nuevos países árabes, como hizo Trump al reconocer la soberanía marroquí del Sáhara Occidental a cambio de normalizar relaciones con Israel.

La ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza del pasado mayo podría haber acabado con los acuerdos. Pero las cosas han cambiado. Hace unos años, una operación que mató a más de 255 palestinos y dejó a miles sin hogar hubiera implicado la ruptura de las relaciones diplomáticas con el Estado hebreo. Ni Bahréin, ni Emiratos, ni Sudán ni Marruecos criticaron abiertamente a Israel por atacar con dureza a Hamás y a la población civil del enclave. Ninguno de estos países aumentó la presión diplomática sobre su nuevo socio, aunque sus ciudadanías protestaran contra la violencia ejercida sobre los palestinos. 

Sin Sudán

Tanto Naciones Unidas como Estados Unidos han conmemorado estos acuerdos históricos con un acto. "Depende de nuestros líderes y nuestro pueblo trabajar para construir y establecer la paz y para traer esperanza y poner fin a todo tipo de violencia, extremismo y guerras", dijo Omar Hilale, embajador de Marruecos en la ONU. La ausencia de representantes sudaneses en la conmemoración organizada por EEUU recuerda el débil compromiso que firmó con Israel. 

Jartum, desesperado por el apoyo financiero estadounidense, selló en octubre pasado un pacto de normalización preliminar, pero el acuerdo aún no se ha finalizado. La enorme oposición pública paraliza al nuevo Gobierno respaldado por civiles. A diferencia de los acuerdos de paz con Egipto y Jordania, los nuevos socios árabes no comparten frontera con Israel, nunca se han enfrentado con él en el campo de batalla y, por lo tanto, su ciudadanía no siente la carga de la cuestión palestina ni hay sensación de trauma colectivo.

Miradas hacia Arabia Saudí

Estas características han permitido implementar una paz de "pueblo a pueblo" que ni los egipcios ni los jordanos han tenido. "Esto es solo el comienzo; el siguiente paso es ampliar las oportunidades y conectar a las personas en toda la región", firmaron de manera conjunta en el Financial Times los ministros de Exteriores emiratí e israelí. "Este es el mejor antídoto contra el pesimismo y la ideología extremista sin salida que ha frenado a Oriente Medio durante demasiado tiempo", añadían Al Nahyan y Yair Lapid. 

Pese a la ausencia de Trump y Netanyahu, los líderes que impulsaron los acuerdos, ambas partes tienen expectativas de ampliar los lazos en la región. Todos los ojos siguen puestos en Arabia Saudí, con quién Netanyahu había conseguido cultivar una alianza no oficial. Su compromiso de contrarrestar agresivamente a Irán era bien conocido entre los enemigos de los ayatolás. Está por ver si el nuevo Gobierno de coalición de Israel, encabezado por Naftali Bennett, logrará ganarse la confianza de los saudís y sus socios.