San José. – Con un acumulado de acusaciones en su contra por violar los derechos humanos, reprimir y encarcelar a sus adversarios, consumar un fraude con farsa electoral y arrastrar una ilegitimidad institucional, y su esposa, Rosario Murillo, prolongarán hoy su mando en Nicaragua como presidente y vicepresidenta y desafiarán a la comunidad internacional para demostrar que son amos absolutos de ese país.

Una pregunta sobrevuela el escenario: ¿Autodenominados como revolucionarios socialistas, a Ortega y Murillo les preocupa ser legitimados por una minoría externa o creen que, pese al aislamiento, se perpetuarán en el poder, a casi cuatro años de que en abril de 2018 comenzó el más fuerte estallido sociopolítico en su contra en reclamo de libertad y democracia?

“La comunidad internacional respetuosa de la libertad y de los principios democráticos debería repudiar” a Ortega y Murillo, dijo el abogado constitucionalista costarricense Wálter Rubén Hernández, exembajador de Costa Rica en Venezuela y consultor externo.

Leer más:

“La comunidad internacional no puede ir más allá, por la falta del elemento coercitivo. No pasa de sanciones morales y económicas”, mientras Nicaragua vive sin democracia y en retroceso institucional, explicó Hernández a EL UNIVERSAL.

Nicaragua es paso obligado de mercancías del norte al sur y del sur al de norte de América. Aislar a Nicaragua significaría un gravísimo problema económico. La comunidad internacional prácticamente no puede hacer nada. No auguro un giro trascendental”, alertó.

Ortega, de 76 años, asumirá un cuarto quinquenio consecutivo como presidente —2007 a 2012, 2012 a 2017 y 2017 a 2022— para gobernar de 2022 a 2027 y su quinto alterno, ya que, de 1985 a 1990, fue presidente surgido de las urnas y lideró el régimen de facto que, de 1979 a 1985, se instaló en el poder tras una guerra de guerrillas contra la dictadura somocista (1934-1979).

Murillo, de 70, iniciará su segundo mandato seguido como vicepresidenta, ya que el primero fue de 2017 a 2022, pero desde 2007 se convirtió en la verdadera mandamás en Nicaragua al amparo de su esposo y juntos acaparan el dominio de los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral y al cobijo de las fuerzas militares y policiales.

Murillo anunció el 7 de este mes que a la toma de posesión acudirán delegaciones gubernamentales de México, Cuba, Argentina, Honduras, Venezuela, Bolivia, Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Vietnam, Turquía y Palestina, entre otras comitivas oficiales, partidistas y de la sociedad civil de América, Asia, África y Europa.

La presencia de Argentina quedó ayer en duda, aunque trascendió que sería representada por su embajador en Managua, Daniel Capitanich.

“Nos llena de orgullo que nos acompañen en este otro momento que abre otra etapa de historia y de gloria del pueblo nicaragüense y de los pueblos que en el mundo entero nos hermanamos en la lucha por los derechos de todos”, proclamó Murillo. 

Sin embargo, anoche se informó oficialmente que México no tiene previsto enviar representación ni delegación a la toma de posesión de Ortega y Murillo.

Leer más:

Conflictos

Acusado por sus rivales políticos de comandar una dictadura dinástica, el dúo se reeligió el pasado 7 de noviembre como candidato del gobernante y exguerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en unos comicios sin la presencia de las principales fuerzas opositoras y con la asistencia de partidos afines o títeres de la pareja.

El poderoso tándem negó las denuncias de represión y de violaciones a los derechos humanos, defendió la legitimidad de su victoria en las elecciones de hace 64 días, alegó que el proceso fue limpio y transparente, negó que haya sido un engaño institucional y recalcó que Nicaragua sufre por las agresiones económicos y políticas “del imperio”: Estados Unidos.

La Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE) desconocieron en noviembre anterior la reelección de Ortega y de Murillo y la catalogaron de ilegítima.

En una resolución que adoptó el 12 de noviembre con la abstención de México y el apoyo de Argentina y otros 24 países, la Asamblea General de la OEA declaró que los comicios del 7 de ese mes “no fueron libres, justas ni transparentes y no tienen legitimidad democrática”.

Por eso, el 10 de enero de 2022 remitirá al del 2019. Tras vencer el 20 de mayo de 2018 en Venezuela en unas elecciones calificadas como ilegales por mayoritarios sectores de la comunidad internacional, Nicolás Maduro asumió el 10 de enero de 2019 para un segundo sexenio consecutivo que debería concluir en 2025. El primero fue de 2013 a 2019.

En enero de 2019, y antes de que Maduro jurara, más de medio centenar de naciones, en su mayoría de América y Europa, lo desconocieron como presidente legítimo de Venezuela. Bajo esa decisión, a partir del 23 de ese mes reconocieron como presidente interino o encargado al opositor venezolano Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional. No obstante, Maduro mantiene control de Venezuela.

Al aducir que se apega a la no injerencia en asuntos internos de los Estados y la libre autodeterminación de los pueblos, México mantuvo el reconocimiento a Maduro.

¿Iniciarán hoy Ortega y Murillo el mismo trayecto de Maduro de ser desconocidos en un camino que ahondaría su aislamiento con riesgo de bloqueo de la OEA, Washington y la UE y del cierre de la llave de créditos y recursos externos?

Cuba, Venezuela, Bolivia, Rusia, Turquía, Irán y, ahora, China conforman el anillo primario de socios de Managua. Ortega rompió nexos diplomáticos con Taiwán en diciembre pasado y los restableció con China, en una maniobra para acceder a opciones financieras que auxilian a la frágil economía nicaragüense.

Leer más: