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Editorial

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Babe Zaharias.

Babe Zaharias, la mejor deportista de todos los tiempos

La golfista emancipada

Fernando de Buen

«¡No era una feminista, ni una militante, ni una estratega que lanzara campañas contra la liberación sexual! Era una atleta y su cuerpo era su posesión más valiosa.»
-William Johnson y Nancy Williamson, en Whatta-Gal! The Babe Didrikson Story.

Al oír que una mujer lleva el apodo de Babe, es fácil pensar que se trata de una chica guapa, de maravillosa figura y todos los atributos que pudiera uno imaginar para calificar a la susodicha como una muñeca; sin embargo, si después nos enteramos que dicho mote no se debió a sus cualidades estéticas, sino en honor del legendario Babe Ruth, el inmortal vuelacercas de los Yankees —por la capacidad de la muchacha con el bate cuando jugaba beisbol— la percepción de su imagen podría tornarse en cualquier cosa.

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Para Mildred Ella Didriksen, nacida en Texas en 1911, resultaba más importante que la compararan con el beisbolista que con cualquier belleza de la época. Junto con su amor por los deportes —practicó beisbol, baloncesto, atletismo, golf, tenis, natación, voleibol, buceo, boxeo, billar, patinaje y ciclismo, entre otros—, desarrolló también una pasión enardecida por ser la mejor en todos ellos y un odio casi incontrolable por la derrota. En más de una ocasión le preguntaron si había alguna actividad que no le gustara practicar y siempre contestó que jugar a las muñecas.

Su objetivo resultaba tremendamente simple en concepto, pero casi imposible en su cumplimiento, a pesar de una respetable estatura de 1.70 m y una fuerza superior, poco común en mujeres de su edad.

Después de que un huracán destruyera la residencia familiar, los padres de Mildred —de origen noruego— decidieron internarse en tierra firme a la ciudad de Beaumont, donde la joven comenzó a jugar baloncesto con tal éxito, que una empresa privada de Dallas la contrató como secretaria con un salario de 75 dólares mensuales, con la condición de que jugara en su equipo. Obviamente, Babe no podía haber aceptado dicho pago a cambio de jugar con el equipo, porque habría perdido su condición de amateur. No sin reservas, sus padres la dejaron ir.

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Ya en Dallas, fue All-American de 1930 a 1932 e inició su afición por el atletismo, donde destacó de inmediato. Al poco tiempo de iniciarse en la disciplina, en 1930, entró a una competencia de la Amateur Athetic Union (AAU), donde ganó cuatro pruebas. Dos años después, ganó la clasificación a los Juegos Olímpicos, donde ella sola logró 30 puntos representando a su empresa, mientras que el equipo subcampeón, con 22 atletas, logró ocho puntos menos que ella. En tres horas, compitió en ocho de las diez pruebas, ganando cinco y rompiendo las marcas mundiales de jabalina, 80 metros con vallas, salto de altura y lanzamiento de béisbol.

Didrikson —quien cambió una letra de su apellido en algún momento de su juventud— clasificó para cinco pruebas olímpicas, pero solo le permitieron competir en tres. Ya en la Olimpiada celebrada en Los Angeles, Babe ganó el oro en jabalina y 80 m con vallas —batiendo récords mundiales— y plata en salto de altura, donde superó la misma distancia que su compatriota Jean Shiley, pero se adujo que su técnica no era tan buena y le quitaron el primer lugar.

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A pesar de sus múltiples éxitos, Babe, de solo 21 años, era fuertemente criticada por la prensa, no solo por dedicarse al atletismo, sino también por su falta de feminidad, su forma de vestir y sus toscos modales. A ella, nunca le importaron tales opiniones. 

En 1933, decidió probar suerte en el golf, otro de los muchos deportes que conoció en su época colegial. Dos años después, ganó el Texas Women’s Amateur. Tras esa hazaña, la USGA decidió injustamente retirarle su estatus de amateur, pues ya había sido profesional en otros deportes y debieron pasar ocho largos años para que le restituyeran se condición y pudiera volver a competir. Tuvo la oportunidad de jugar algunos torneos profesionales varoniles, como el Abierto de Los Angeles de 1938, donde pasó el corte, manteniéndose como la única mujer en la historia en lograrlo, hasta que Michelle Wie lo consiguió cinco décadas después. En ese mismo torneo conoció a George Zaharias, un luchador de 106 kg, quien más tarde se convirtió en su manager, su entrenador… y su esposo. Ella cambió su nombre al definitivo de Babe Didrikson Zaharias.

Didrikson no perdió el tiempo. Regresó a las competencias y dominó completamente el golf amateur femenino de 1945 a 1947. En el 45, triunfó en el Women's Western Open como amateur (también lo ganó en 1940 y 44); en el 46, triunfó en el U.S. Women's Amateur y, al año siguiente, en el British Ladies Amateur, siendo la primera estadunidense en lograrlo. En el 47, optó por el profesionalismo, después de ganar 17 de sus últimos 18 torneos jugados como amateur. Como sucedió con los demás deportes, Babe dominó también el golf profesional, pero, además, fue cofundadora del LPGA Tour en 1950.

Entre sus muchos logros en el golf de paga, Zaharias ganó el Titleholders Classic de 1947, 50 y 52, el U.S. Women’s Open de 1948, 50 y 54 y su cuarto Women’s Western Open en 1950, para un total de diez majors. Ganó 41 campeonatos en el LPGA Tour y siete más en otros circuitos. Vale la pena notar que en 1950 completó el grand slam, ganando estos tres torneos.

Un cambio radical en su vida íntima surgió en 1950, cuando conoció en un torneo a Betty Dodd, golfista con la que inmediatamente surgió una atracción mutua que terminó sustituyendo a la malograda relación con su esposo George, al grado de que Dodd terminó viviendo con la pareja durante los seis últimos años de la vida de Babe. Nunca se manejó el término lesbianismo, pero en esa época simplemente no se utilizaba.

En 1953, le fue diagnosticado a Babe cáncer de colon. Tras una cirugía, regresó al año siguiente para ganar el Vare Trophy (mejor promedio de puntuación en la temporada) y su último Abierto Femenil de los EE. UU., torneo que ganó un mes después de su intervención quirúrgica y cargando una bolsa de colostomía.

En 1955 regresó el cáncer, en un año en el que solo jugó ocho torneos, ganando los últimos dos de su carrera. En esta ocasión, la enfermedad acabó con su vida el 26 de septiembre de ese año, con solo 45 de edad.

En seis ocasiones, la Associated Press la nombró Atleta Femenina del Año, la primera como atleta de pista y campo, y las otras cinco como golfista. Ingresó en 1951 al Salón de la Fama del Golf Mundial (cuando todavía era LPGA Hall of Fame). En forma póstuma, en 1957 fue recipiendaria del Bob Jones Award y en 2021 recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, a manos de Donald Trump.

fdebuen@par7.mx

«Es increíble hasta que la ves actuar. Entonces comprendes por fin que estás ante la sección más impecable de armonía muscular, de completa coordinación mental y física que el mundo del deporte haya visto jamás.»

Grantland Rice (cronista deportivo)

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